viernes, 10 de junio de 2011

ALEJANDRO PEÑA ESCLUSA

Editorial de Analitica.com
No entendemos el silencio de la opinión pública con la  prolongada,
arbitraria  e ilegal detención de Alejandro Peña Esclusa.
Es como si en Venezuela existieran detenidos de primera y segunda
clase.  Es por lo menos extraño, para no decir absurdo, que un hombre
como él dedicado a enfrentar al chavismo en América Latina a través de
su organización UnoAmérica, iba a tener en la habitación de sus hijas
menores un explosivo tan volátil como lo es el C4.
No puede haber diferencias en la defensa y en el reclamo de la
libertad de los presos políticos de este régimen.  Reclamar en todos
los foros internacionales la libertad de la juez Afiuni, de los
Comisarios, y de tantos otros detenidos arbitrariamente y sin que
hayan recibido un juicio imparcial es un imperativo. Lo que resulta
incomprensible es que la oposición organizada no reclame con vigor y
constancia la libertad de todos los presos políticos sin exclusión.
Es indispensable para poder vencer en 2012 perder el miedo a decir las
verdades. ¿Desde cuando en un estado apegado al respeto a las leyes se
presume la culpabilidad antes de enjuiciar a una persona?. ¿Por  qué
la praxis de este gobierno es la detención preventiva sea cual sea la
causa del presunto delito que se le imputa al acusado?. Los casos van
desde la prisión sin sentencia para directores de instituciones
financieras, constructores de viviendas, periodistas que se atreven a
denunciar a algún alto personero gubernamental y personas como
Alejandro Peña Esclusa cuya principal falta ha sido la de
desenmascarar la complicidad del régimen en varias acciones  de dudosa
legalidad en América Central y en Bolivia.
Peña Esclusa no ha sido juzgado, no se le ha probado por lo tanto
ningún delito y sigue detenido en los exiguos calabozos del SEBIN.
Además su salud está seriamente comprometida. Es hora de que se
levanten voces reclamando su libertad al igual que la de los demás
presos políticos.
No hay preso político que tenga más o menos méritos para serlo.
Nuestra responsabilidad nos impone reclamar con igual fuerza y
perseverancia la liberación de cada uno de ellos.

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